jueves, 16 de octubre de 2008

La Conquista(tercer viaje)


En 1531 las tropas de Pizarro se separaron en dos; Pizarro en Coaque se dirigió hacia Puná (en el Golfo de Guayaquil) mientras que un navó al mando de Gracía de Aguilar fue a Nicaragua en busca de refuerzos. En Puná los españoles recibieron regalos e instrumentos musicales por parte del curaca punaneño. Más tarde dicho curaca y los punaneños se rebelaron por los abusos que cometían los españoles.Los punaneños tuvieron que enfrentarse no sólo a españoles sino también a Tumbesinos, aliados de los españoles por viejos resentimientos de guerra hacia los isleños de Puná.
Más tarde los españoles fueron víctimas de traiciones y conspiraciones por parte de sus aliados tumbesinos; En una ocasión los tumbesinos abandonaron en una de sus balsas en medio del mar a tres españoles.
Hernando de Soto con su tropa persiguió a los tumbesinos levantados durante toda la noche y en la mañana: cayeron sobre sus campamentos, sorprendiéndolos y matándolos, apoderándose de los campamentos. Al día siguiente continuó la persecución. El cacique Quilimasa con las debidas garantías para su vida, se presentó ante Hernando de Soto, quien lo llevó donde el Gobernador. De la conversación con Quilimasa, se entera que otros caciques más importantes habían ordenado la muerte de los españoles.
Otra conversación importante fue la que sostuvo Pizarro con un principal venido del interior. Al respecto Pedro Pizarro, dice: "...pues preguntando al indio qué era el dijo que era un pueblo grande donde residía el Señor de todos ellos, y que había mucha tierra poblada y muchos cántaros de oro y plata, y casas chapeadas con planchas de oro; y cierto el indio dijo verdad, y menos de lo que había..."; les informó también sobre valles más fértiles. Además de lo anterior, informó a Pizarro sobre la situación del Imperio. Todos estos informes entusiasmaron a Pizarro, quien decidió continuar con la conquista.
En vista que no encontraron a los indios que perseguían y que los poblados tumbesinos habían sido arrasados por los Punás, Pizarro decide continuar dejando en ella a su teniente y abandonarla en dos etapas. La vanguardia a su mando, acompañada por Hernando de Soto, partió hacia Poechos. La retaguardia, al mando de Hernando Pizarro, salió de Túmbez tiempo después, porque en sus filas había enfermos: se les ordenó que siguieran a la vanguardia.

En Poechos, Pizarro tiene noticias de Atahualpa, que se estaba desplazando de Quito a Cajamarca. Además, tuvo detalles de la guerra que sostenía con Huáscar Inca Yupanqui. Decide enviar a Hernando de Soto a Caxas, con la finalidad de recopilar información sobre Atahualpa. Hernando de Soto se tomó un tiempo en esto, lo que causó la preocupación de Francisco Pizarro. En tanto se une la retaguardia de conquistadores que venían con Hernando Pizarro. En este tiempo se habían levantado los indios de Chira y Tangarala (Tangarará), obligando a los españoles de Hernando de Soto, a atrincherarse en la huaca Chira, enviando por ayuda a una parte de españoles donde Pizarro.
Francisco Pizarro deja a Hernando Pizarro en Poechos, y se dirige a la huaca Chira para auxiliar a sus compañeros de aventuras. Allí castigó severamente a los curacas: "Trece curacas fueron muertos a garrote y quemados sus cuerpos". Según la cosmovisión indígena, el ser quemados los anulaba para la vida después de la muerte, ya que creían que la muerte era un tránsito entre ésta y la otra vida, necesitaban sus cuerpos para ello; el fuego destruía ese cuerpo.
Luego de apaciguar a Chira, se dirige a Tangarala (Tangarará), en donde funda la Villa de San Miguel, el 29 de septiembre de 1531. Fue la primera ciudad española fundada en el Perú. Luego pasó a Piura, territorio de los tallanes. En esta ciudad, Francisco Pizarro hace el primer reparto de tierras e indios entre los españoles que quisieron afincarse en ella. Este primer reparto incluyó además de Piura, Túmbez (Tumbes). Pedro Pizarro, que había quedado con su hermano Hernando en Poechos, describe la presencia de un noble inca entre los curacas de Poechos, quien estaba allí para espiar a los españoles: "Y llegado que fue a Caxamalca donde Atabalipa estaba, le dijo que eran unos ladrones barbudos que habían salido de la mar, que venían caballeros en unos carneros como los del Collao, que son los mayores que hay en esta tierra". Así Pizarro tiene por primera vez noticia de Atahualpa, de la guerra civil que enfrentaba a los hermanos y del triunfo de los generales atahualpanos sobre Huáscar, que había sido capturado.
Antes de entrar a la sierra, Francisco Pizarro tomó una serie de precauciones, que según Villanueva, fueron:
"1. Que su hermano Juan Pizarro, con cincuenta de a caballo, se instalase en Piura, alerta ante las huestes de Atabalipa, haciendo gran actividad de espionaje;
2. Y que, con las demás gente su hermano Hernando Pizarro se instalara en Tangarala;
3. El repartimiento de Túmbez, que era el más ambicionado, lo entregó a Hernando de Soto, cumpliendo la promesa que le hiciera a Hernando Ponce de León cuando le fletó dos navíos en Panamá;

4. En Tangarala puso como su teniente gobernador a Antonio Navarro, contador del rey de España;
5. Además, dejó en Tangarala a cincuenta y cinco vecinos españoles, que se quedaron a poblarla".

Luego de dictar las disposiciones anteriores y de reforzar su retaguardia, se dirige a Cajamarca por el Cápac Ñam (Camino Inca de la sierra), en donde sabía se encontraba Atahualpa. Jerez dice que Pizarro salió de San Miguel de Piura el 24 de setiembre de 1532 con "sesenta y dos de caballo y ciento dos de pie". Camino a Cajamarca, un noble orejón se entrevista con Pizarro para hacerle saber que el Inca "tiene la voluntad de ser su amigo, y esperalle en paz en Caxamarca". Luego de esto el indio retornó a Cajamarca a informar a Atahualpa y a entregarle los regalos que envió con él Francisco Pizarro y para decirle "que se paresuraría en llegar a Caxamarca y ser amigo del Inca"". Para no ser hostigado por ambos bandos de la confrontación intestina, Pizarro pregonaba que era pardiario de Huáscar Inca Yupanqui y al Apoo, le decía que venía a apoyar a Atahualpa.
Las tropas de Atahualpa acababan de derrotar a las de su hermano Huáscar en Huanacopampa, el cual había sido hecho prisionero. Según María Rostworowski, "El consenso de cronistas de acuerdo en señalar las crueldades ordenadas contra los deudos, mujeres e hijos de Huáscar. Todos fueron ahorcados y se persiguió en las casas de los difuntos Incas a los que habían pertenecido al linaje de Huáscar. El mayor ensañamiento se cumplió con los miembros de la panaca de Tupac Yupanqui, matando a todos los miembros que se pudieron hallar".

Mientras esta represión tenía lugar, Atahualpa permanecía en Huamachuco festejando los triunfos de sus generales y se preparaba para dirigirse a Cajamarca. En esto llegaron mensajeros enviados por los curacas de Payta y de Tumbes avisando de la llegada de unos extraños personajes que habitaban unas casas flotantes y montaban unos enormes animales. Quizá por curiosidad, Atahualpa retrasó su marcha a Cajamarca para ver a los recién llegados y dio a sus generales la orden de ir a Cajamarca con Huáscar, lugar donde se reuniría con ellos.
En la llacta de Cinto, el curaca informó a Pizarro de que Atahualpa había estado en Huamachuco y de que se dirigía a Cajamarca con cincuenta mil hombres de guerra. Continuando su camino hacia Cajamarca, los españoles llegaron a una bifurcación del camino. Uno de ellos llevaba a Chincha y el otro a Cajamarca. Muchos españoles opinaban que sería mejor ir a Chincha y evitar el enfrentamiento con Atahualpa por el momento. Sin embargo, Pizarro decide ir a Cajamarca, por varias razones que explica Villanueva Sotomayor:
"1. Recuerda las recomendaciones de Hernán Cortés: "lo primero que hay que hacer es apoderarse del jefe, lo consideran como su dios y tienen poder absoluto. Con ello, los demás no saben qué hacer".

2. Por su propia experiencia, en Coaque, la Puná y Túmbez, sabe que apresando un curaca y teniéndolo como rehén se gana mucho. En cambio, suelto, el curaca se convierte en enemigo peligroso.
3. Los huascaristas lo ayudan porque él se ha declarado "su partidario". Tomar una ruta distinta a donde están los protagonistas de la guerra civil sería perder ese valioso apoyo.
4. A Atahualpa le ha mandado decir que va a su encuentro porque "quiere ser su amigo" y "apoyarlo" en su lucha contra Huáscar Inca Yupanqui. No cumplir con esa promesa debilitaría las posibilidades de la sorpresa y el engaño que le tenía preparado al Inca.
5. Cambiar la ruta hacia Chincha sería la perdición para Pizarro, porque quedarían al descubierto sus planes secretos...".

En un poblado de sierra, Pizarro decide dividir su ejército en dos fracciones: la vanguardia con él y cuarenta de a caballo y sesenta de a pie. El resto, al mando de Hernando Pizarro, formaría la retaguardia y se uniría a Pizarro cuando él lo indicase. Luego de unos días de marcha, Pizarro mandó decir a su hermano Hernando que se le uniese para continuar el viaje a Cajamarca juntos. Los informes que le daban eran traquilizadores. Pizarro hace acampar a su fracción. En ese campamento, es que Pizarro recibe una embajada de Atahualpa, con diez llamas que el Inca había enviado como regalo y para conocer el día que llegarían a Cajamarca, a fin de enviarles comida por el camino. En otra llacta del camino, Pizarro recibió otro obsequio de diez llamas, más informes que lo tranquilizaron, y con ellos se quedó uno de ellos que los acompañó todo el camino hasta Cajamarca.
En otra llacta, según Villanueva, hubo un incidente entre dos indios (entre el venido de Cajamarca y el que dio el alcance a Pizarro, de San Miguel de Piura, que había sido enviado a Cajamarca). La razón del pleito la explicó el indio de San Miguel así:
"1. El enviado del Inca mentía. Atahualpa no estaba en Cajamarca sino en el campo (Baños del Inca) y tenía mucha gente.
2. A él lo habían querido matar, pero se había salvado porque amenazó con que los embajadores de Atahualpa serían ajusticiados por el Gobernador.
3. No permitieron que hable directamente con el Inca, porque estaba ayunando.
4. Se entrevistó por fin, con un tío de Atahualpa, quien le requirió por los cristianos. Su respuesta resumida por Jerez, fue: "Y yo les dije que son valientes hombres y muy guerreros; que traen caballos que corren como viento y los que van en ellos, llevan unas lanzas largas, y con ellas matan a cuantos hallan, porque luego en dos saltos los alcanzan, y los caballos con los pies y bocas matan muchos. Los cristianos que andan a pie dije son muy sueltos, y traen en el brazo una rodela de madera con que se defienden y jubones fuertes colchados de algodón y unas espadas muy agudas que cortan por ambas partes, de cada golpe, un hombre por medio, y a una oveja (nota: llama) llevan la cabeza, y con ella cortan todas las armas que los indios tienen; y otras traen ballestas que tiran de lejos, que de cada saeteada matan un hombre y tiros de pólvora que tiran pelotas de fuego, que matan mucha gente".
El mensajero de Atahualpa replicó:
"1. Que si Atahualpa no estaba en Cajamarca era porque esa llacta había sido reservada para aposentar a los cristianos.
2. Que Atahualpa acostumbraba acampar desde que estaba en guerra con HuÁscar Inca Yupanqui.
3. Que cuando el Inca ayunaba no dejaban que hablara con nadie más sino con su padre el Inti.
4. Muy diplomáticamente, Pizarro, zanjó la discusión "...teniendo en lo secreto por cierto que era verdad" la versión del huascarista, su aliado".
Luego del incidente, los españoles continuaron su camino hacia Cajamarca. Muy cerca de esa llacta, Francisco Pizarro recibió otra embajada de Atahualpa con comida. Después de esto caminó hasta que se ubicó a una legua de Cajamarca, "y toda la gente y caballos se armaron, y el Gobernador los puso en concierto para la entrada del pueblo, e hizo tres haces de los españoles de pie y de caballo". "Llegado a la entrada de Caxamalca vieron estar el real de Atabaliba una legua de Caxamalca, en la falda de una sierra".
Los españoles habían llegado a Cajamarca por las alturas de Shicuana, al noreste del valle. Era el viernes 15 de noviembre de 1532. Habían caminado 53 días desde San Miguel de Piura.

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